Salí del aula por un momento en la hora de tutoría y me cruce con Rosi, la Jefa de Estudios. Se dirigió a mí y me preguntó si yo había enviado a Santiago a hablar con ella. Le comenté que en principio no. Siguió contándome el asunto y me dijo que el jueves pasado, Santiago se había dirigido a ella en términos no demasiado correctos y que al día siguiente, éste había ido a pedirle disculpas. Me preguntaba si yo lo había enviado. Le contesté que no. Entonces me dijo que se había sentido gratamente sorprendida por la manera, el respeto, la educación y la madurez con la que se había dirigido a ella.
La verdad, es que no tenía ni idea del asunto. Pero a mí me alegraron las palabras de la Jefa de Estudios y la actitud por propia iniciativa de Santiago.
En esta vida nos podemos equivocar en multitud de ocasiones, pero es de personas el saber disculparnos por ello.
lunes, 16 de febrero de 2009
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